Cuando nací hacía tres meses que en España se había producido un golpe de estado, a aquella noche se le denomino “la noche de los transistores”. Toda España vivió pendiente de una radio, intentando ampliar la información que un diario de tirada nacional había publicado 2 horas después del suceso. Hoy, aquello, sería trending topic en tan solo minutos, y habría decenas de vídeos colgados en internet, casi seguro, en vertical.  De un intervalo a otro ha pasado mi vida, y hubo un tiempo, en que en lugar de mirar el paisaje a través de una pantalla, lo hacía directamente. Por aquel entonces se llevaban cámaras con carrete, y veíamos aparecer progresivamente la imagen cuando sumergíamos el papel en el revelador. A eso se le llamaba magia.     

Desde entonces ha habido una revolución digital y yo he vivido en muchas ciudades. Me marché de Galicia para trabajar como cámara en televisiones autonómicas y nacionales, y se contaron muchas historias con esas imágenes en movimiento que yo grababa. Pero un día la vida decidió darle por mí al botón de pausa y por motivos de salud tuve que, después de 10 años, dejar la cámara en el suelo. En ese preciso instante la imagen quedó paralizada. Así que regresé a Galicia, con los míos, con los de siempre, y con ella. Mi abuela, mi abuela es ella,  esa palabra ya lo dice todo, mi musa.

Volví a reencontrarme con el mar, a disfrutar las olas. Descubrí el kitesurf y su gente . Cambié los grandes edificios por el silencio del pueblo, y el bullicio de la ciudad por una casita en medio de una pradera. Pasé de lo inmediato a lo hecho a mano. A que te dé tiempo de sentir lo que estás haciendo. Y de ahí nació DO MERLO, de mis tardes melancólicas y mis mañanas llenas de adrenalina, de mis idas y venidas, de las sonrisas, de los te echo de menos, y de los doscientos lloros por no saber muy bien cómo empezar de cero. Y esa imagen que la vida había dejado paralizada, se materializó en forma de fotografías. 

En ellas intento plasmar todo lo que soy, lo que llevo dentro, la técnica, los conocimientos  y sobre todo vuestros sentimientos. Ojalá reviváis el mismo escalofrío que aquel día cuando las veáis. Y que os hagan recordar que la vida esta para celebrarla, para dar ese mismo beso a tu padre pero sin la necesidad de dos copas de más y de tener la certeza que en una sola foto cabe todo lo que necesitas. 

Esta es mi historia, pero mi historia ya no sería nada sin las vuestras. Gracias por dejarme revelarlas, darle forma, y conoceros a través de ellas.